La disfagia es la dificultad para tragar que puede repercutir en trastornos que, en ocasiones, derivan en falta de apetito y posibles problemas de neumonía por aspiración en la persona anciana.
Es un problema que puede deberse a la cambios estructurales o neurológicos que afectan a los labios, lengua, mejillas, mandíbulas, dientes, paladar, faringe, laringe y esófago.
Además, hay múltiples causas como son el deterioro cognitivo, la depresión, la dificultad en la masticación, los trastornos de sensibilidad de la lengua con movilidad restringida, la pérdida dental, dolor en las encías, una dentadura mal ajustada, reducción del olfato, sequedad bucal por efecto de la medicación y varios trastornos salivares por enfermedades sistémicas o sus tratamientos y estreñimiento. También se producen más dificultades para comer y beber como parte de una enfermedad terminal.
La boca seca es quizás la causa más común de dificultad deglutoria, por lo que se debe revisar la medicación ya que existen varios fármacos que alteran la salivación: especialmente los anticolinérgicos y, antidepresivos tricíclicos. También puede deberse a una deshidratación.
Por otra parte, es importante asegurar la limpieza frecuente de la boca. El retirar o reducir los posibles fármacos causantes de sequedad, corregir el estreñimiento y los problemas dentales podrían corregir, en parte, la situación.
Para poder mejorar el estado general de la persona mayor en estas circunstancias podremos realizar -con el acompañamiento especialista correspondiente- (neurólogo, logopeda), alguna de estas acciones que pueden ayudarnos a mejorar las consecuencias negativas de un problema de disfagia:
- Planificar las comidas como ocasiones sociales y no solo como hechos nutricionales aislados. Así, si mejoramos la apariencia personal de la persona (lavado de manos, cara e higiene bucal y arreglo de su entorno), contribuiremos además a aumentar su autoestima.
- Procurar administrar la comida dentro de un horario fijo, sirviéndole cada plato por separado, a temperatura templada, en pequeñas porciones y esperando que ingiera un bocado para ofrecerle el siguiente.
- Intentar que no coman solas y fraccionar las comidas.
- Si se cuida la presentación y la textura puede ser más agradable de ingerir. Las personas mayores tienen el gusto reducido por lo que es preciso añadir algo que aumente el sabor y el apetito (como una salsa de soja baja en sodio o similar).
- También debemos darle de comer a un horario determinado, en un entorno tranquilo que permita una fácil limpieza, con manteles y delantales de plástico y cubiertos que serán algo más pesados que los habituales (si son muy livianos los podrían dejar caer).
- Es conveniente presentar un plato después del otro, pidiéndole que trague cada bocado, y procurar que beba como 1,5 litros de agua al día.
- Elaborar una dieta apetecible y variada, garantizando un aporte adecuado de proteínas y micronutrientes con enriquecedores de la dieta, así como cuidar el color y la textura pueden favorecer la recuperación del apetito. Las bebidas de colores vivos y las comidas condimentadas adecuadamente son más atractivas y apetecibles para la persona mayor. Algunas parecen perder peso por el ayuno y pueden responder a los suplementos calóricos.
- Retirar las restricciones dietéticas en todo lo que sea posible. Según un estudio de Bucker DA de 1994, el 59% de los pacientes analizados a los que se encontró pérdida de peso y el 75,2% de aquellos con hipoalbuminemia, habían estado con dieta restrictiva. Por esta razón, en personas mayores con alto riesgo de desnutrición y diabetes, el control de la glucosa sanguínea y el ajuste de la medicación es preferible a la restricción dietética. La sustitución de una dieta diabética por una dieta normal por un tiempo no aumenta el consumo calórico y no deteriora sustancialmente el control de la glucemia (estudio de Coulston AM, 1990).
- Por otra parte, evitaremos los procedimientos dolorosos y las actividades fatigantes antes de las horas de las comidas y retiraremos de su entorno la medicación y el material innecesario para realizar curas.
- Fraccionaremos, en el caso de que sea posible, la dieta del día hasta en 6-7 tomas, presentándola en raciones reducidas y en pequeños platos, o en platos muy grandes para que parezca que hay menos comida. Cada porción será servida separadamente y sin prisa, debiéndose retirar un plato antes de servir el siguiente.
Las dietas deberán incluir alimentos con los que la persona esté familiarizada, líquidos y una moderada cantidad de fibra (fruta y vegetales) para prevenir el estreñimiento. Las formas de suplementar la dieta pueden ser a través de añadir proteínas a la comida como leche evaporada, en polvo o nata en las salsas, claras de huevo o tofu a puddings, pastas, arroces, guisos, sopas, etc. Si el peso no mejora, podremos ofrecer suplementos tipo tentempié entre comidas.
Es importante realizar una supervisión mientras se come para minimizar el riesgo de atragantamiento y aumentar el tiempo de dedicación para mejorar la ingesta oral, que incluye ofrecer pequeñas porciones, comidas favoritas y suplementos nutricionales.
Alertas a tener en cuenta
Hay algunos signos a los que debemos prestar atención que nos pueden indicar riesgos en el momento de comer:
- Si detectamos ruidos o gorgoteos al respirar, puede estar causado por presencia de líquido en las vías respiratorias.
- Si la persona altera la voz mientras come: indica la presencia de comida en las cuerdas vocales.
Además, deberemos tener en cuenta si tiene tos asociada con la deglución, si se fatiga durante una comida, (lo que conduce a tiempos prolongados de ingesta), si tiene parálisis de los nervios craneales inferiores o si ha sufrido otras neumonías por aspiración.
También puede suceder que la persona no coma a pesar de ofrecerle su comida favorita. Esto puede ser causado a una enfermedad que se ha agravado, a una infección aguda, a dolor en las encías o incluso a un ictus.
Uno de los riesgos más preocupantes es el de obstrucción por alimento. De ahí la importancia del entorno de cuidado de conocer la maniobra de Heimlich: se abraza a la persona desde atrás y se ejerce una fuerte presión sobre la zona abdominal subcostal para que pueda expulsar lo que le haya obstruido.
¿Y la alimentación por sonda?
La alimentación por sonda no previene o reduce la neumonía de aspiración en la demencia avanzada y no está indicada en el tratamiento de la disfagia y pérdida de peso. Todavía se emplean mucho las sondas nasogástricas o gástricas aunque numerosos estudios sugieren que no mejoran la supervivencia, ni el peso y no previenen la neumonía por aspiración. El 68 % del uso de las sondas de alimentación se inician con la hospitalización y provocan más dolor, incomodidad, sangrado intestinal, uso de ataduras, incontinencia fecal y aspiración (neumonía) con más complicaciones frente a otras medidas menos agresivas como la ingesta de líquidos espesados o purés, y darles más tiempo para tragar.
En otro estudio de Teno et al, 2021, uno de cada 5 residentes entubados necesitó hospitalización y más de un tercio inmovilización para prevenir su retirada.
Wilson Astudillo A.; Xuria Astudillo L, Directora Sociosanitaria de Askora.