Aupa Zuek! De la huerta a la ikastola: una lección de vida cotidiana

Aupa Zuek! De la huerta a la ikastola: una lección de vida cotidiana

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Askora estrena desde hoy la sección ‘Aupa Zuek!’, con el objetivo de destacar a una persona del equipo que desempeña un papel esencial en la definición de los valores de nuestra marca y sirve como fuente de inspiración para motivar a todo el equipo a reconocer y valorar su aportación en su labor diaria.

El campo y la ikastola se entrelazan en la vida de Itziar Zugarramurdi (Amasa, 1959), quien no solo concilia ambos trabajos a diario, sino que también incorpora las enseñanzas del campo en su labor como educadora en la ikastola Zubimusu de Villabona. Hace aproximadamente tres décadas, tomó la decisión que aún perdura: sumergirse en el universo de la ikastola y convertirse en un agente activo en la formación de los niños y las niñas. Cuando sus hijos eran pequeños y la distancia de cuatro kilómetros entre ellos se le hacía insoportable, decidió unirse al equipo de la ikastola. Y no solo para trabajar, sino para presentarles su mundo. Hoy en día, Itziar es la ‘hezilaguna’ o guía educativa de los niños y las niñas en esta ikastola, compartiendo con la comunidad todo lo que ha experimentado y aprendido en las labores del campo, así como acercando su visión de la vida al comedor cada día.

Dos actividades que, aparentemente, parecen muy diferentes. ¿Cómo las compatibilizas?
Yo nací en el caserío, me casé en el caserío y aún hoy vivo en el caserío. Contamos con huerta y ganado, pero todo se destina al consumo familiar. Mi marido se dedica principalmente a las labores ganaderas, mientras que mi hijo y yo nos ocupamos de las tareas agrícolas. Hace alrededor de 30 años, tomé la decisión de trabajar cerca de casa, en la actual ikastola Zubimusu. He desempeñado y sigo desempeñando diversos roles: en el patio, actúo como monitora, colaboro en la cocina, sirvo la comida, superviso la alimentación de los niños y las niñas, friego, cuido de los más pequeño/as…

¿Crees que tu vida de campo puede servir como una lección para el equipo, tanto para el alumnado como para tus compañeros y compañeras? ¿Quizás incluso como una fuente de inspiración?
¿Por qué no? Intento inculcar a mis niños y niñas, a diario, las experiencias del caserío, los conocimientos sobre montes y árboles, los saberes del campo, entre otros. Y, por supuesto, también a mis compañeros y compañeras.

¿Y cómo toma cuerpo esta aportación?
En los últimos diez años, he notado que las cosas se hacen de una manera distinta. En nuestra propia ikastola contamos con un pequeño huerto, y tanto la maestra como nosotros nos esforzamos para que los niños y niñas puedan observar y aprender el proceso desde la siembra de la semilla, su germinación, cómo se debe cuidar, y el motivo de eliminar las malas hierbas… Así ven cómo crece ese alimento y entienden qué y por qué lo están comiendo. Muchas veces, si encuentran acelgas en su plato, no saben ni cómo son, qué forma tienen… pero cuando las ven en el huerto, les decimos «esto es lo que vamos a comer hoy». A menudo, ni siquiera saben de dónde provienen estos alimentos; piensan que todo lo adquirimos en la feria. Para mí, entender y conocer esto es fundamental, especialmente porque se trata de nuestra propia comida, lo que consumimos diariamente.

Dices que las cosas han cambiado mucho. ¿En qué sentido?
Gracias al método Mahi-Mahi de Askora, disfrutamos de más tiempo de juego con los niños y niñas. Aunque seamos una empresa pequeña, estamos llenos y llenas de energía. Esta cercanía nos brinda un ambiente familiar y acogedor. Hasta ahora, todos los cambios que hemos implementado han sido para mejorar, así que esperamos con ansia lo que vendrá.

Así que eres afortunada de tener valores en el trabajo que están alineados contigo.
Sí, tengo la suerte de que en las dinámicas y actividades de la ikastola comparten y aplican, en gran parte, mi filosofía de vida. Durante las diferentes temporadas, se enfocan en resaltar la importancia de consumir alimentos de temporada y locales, algo que aprecio enormemente. Es fundamental distinguir lo local de lo que no lo es. Porque en cualquier época del año podemos encontrar todo tipo de alimentos, y esto no es natural. También hemos participado en cursos de elaboración de queso y pan, por ejemplo, y transmitimos esos conocimientos a los niños y niñas.

¿Qué beneficios aporta este tipo de actividades, alimentos de temporada… al centro educativo?
Estas actividades y prácticas relacionadas con los alimentos de temporada no solo benefician a la ikastola en términos de conciencia ambiental y sostenibilidad, sino que también tienen un impacto positivo en la economía local. Al contribuir a la mejora de nuestro entorno, también contribuimos a nuestro propio bienestar y al de las generaciones futuras.


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